LA NUEVA RUTA DE LA SEDA EN EL SIGLO XXI

Hace un mes llegó a España el primer tren que conecta con China. Salió desde Yiwu, una pequeña ciudad china de 1,2 millones de habitantes, pero con más de cuatro millones de metros cuadrados de mercado. El tren hizo un recorrido de 13.000 kilómetros hasta llegar a Madrid, convirtiéndose en la línea ferroviaria más larga del mundo.

Y ésta no es la única ruta nueva; existen otras que no son de mercancías. Bajo el marco político de una China global, el Gobierno chino está incentivando que las empresas se internacionalicen, y éstas están llegando a Europa. Esta vez las empresas no vienen con la intención de comercializar telas o materiales manufacturados, sino de comprar tecnologías, empresas o proyectos de inversión. La compra del edificio España por el grupo Wanda, así como la entrada del Fosun en el accionariado de Osborne, son claros ejemplos de ello.

Las rutas no sólo son comerciales. La semana pasada contactó conmigo una reportera de la televisión más importante de China para pedirme colaboración: están preparando un documental de diez capítulos por unos 20 países pertenecientes al recorrido de la Ruta de la Seda, y España es uno de ellos. Este documental quiere reflejar la importancia de la ruta también en los aspectos culturales, históricos y sociales.

La Ruta de la Seda no es un mecanismo ni una institución, sino la idea de colaboración, una manera de ser y hacer, una manera de beneficiarse entre países, un aumento de entendimiento y amistad entre los pueblos.