Los pasajeros, contentos con la novedad y esperanzados con que “la gente los cuide”

De punta en blanco. Los vagones tienen asientos ergonómicos y capacidad para 250 pasajeros.

Mientras el reloj daba cuenta de que ya eran las 8.17 del lunes, en el andén de la estación de trenes de Morón se acumulaban cada vez más pasajeros que, expectantes, esperaban la llegada de alguna de las formaciones del Sarmiento con destino a Once. Sabían que tendrían que esperar al menos unos 13 minutos, porque eso era lo que les indicaban los carteles con GPS. Pero la irrupción en el anden contrario de uno de los seis nuevos trenes comprados a China, con destino final en Moreno, los sacó del letargo en el que estaban sumidos y desató, como si fuera un desfile, los primeros comentarios.

“Están lindos los vagones”; “Esperemos que la gente los cuide”; “Que la mejora no se note sólo esta semana”; “¿Vieron que no hacen ruido cuando vienen?”, comentaron tres hombres que, minutos después, se mostraron un tanto desilusionados al ver que a ellos les tocaba viajar en un tren de los “seminuevos”, como rebautizaron a los reparados hace dos años.

Al rato entró en Morón uno de los nuevos trenes. Como las puertas de los vagones tardaron unos segundos más de lo habitual en abrirse, una jubilada preguntó a viva voz: “¿Habrá que tocar algún botón?”. Los pasajeros que tomaron el primer vagón se sorprendieron al advertir que podían ver el interior de la cabina del maquinista a través de una suerte de ventana vidriada. En tanto, el resto del pasaje comentaba en voz alta que los vagones parecían más espaciosos. “Esto debe ser una parte para el furgón, porque hay mucho lugar y no estamos tan apretados”, le explicó Olga a su hijo, que miraba atento los carteles indicadores ubicados sobre las puertas, en los que aparecen en rojo las estaciones ya recorridas, en amarillo a la que llega y en verde las que faltan.

Otro pasajero prestó atención a un letrero electrónico en el que corría la leyenda “Bienvenido a bordo The Sarmiento Line. La terminal de trenes es Once. Próxima parada Haedo”. El parpadeo de una luz naranja, que avisa la apertura de las puertas y cuando están por cerrar, fue otro de los focos de atención.

“Estamos yendo más rápido que con los otros trenes”, le señaló un hombre a otro mientras le marcaba los tiempos en su reloj pulsera. El tramo recorrido los depositaba en la estación de Ramos Mejía, donde el paisaje era prácticamente igual al que minutos antes se pintaba en Morón, y que se repetiría incluso en el resto del trayecto a Once.

“Hoy por suerte no hay humo de cigarrillo, eso sí que es un verdadero cambio”, acotó una joven que subió en Ramos y que se refirió a los trenes anteriores como “vagones chimenea” por los fumadores.

“Esperemos que mantengan la seguridad para que la gente los cuide y para que además de no fumar no tomen alcohol”, señaló un hombre de traje gris que desde hace 40 años utiliza el servicio del Sarmiento para llegar a la Capital a trabajar.

Fuente: Clarin