Luz y color donde había sombra

Arte en el subterráneo. Marino Santa María realizó una ambientación en la estación Plaza Italia.


Flora y fauna. Los dos vestíbulos de la estación evocan el Jardín Botánico y el Jardín Zoológico.

Desde hace días, la estación de subte Plaza Italia se llenó de color. Los techos de los túneles y las paredes de los vestíbulos están cubiertos ahora de formas abstractas, mientras que, en las columnas, las tramas abstractas se entremezclan con otras en las que se reconocen figuras de animales y plantas, como una evocación de la vida que bulle en el mundo de allá arriba, en la superficie: el Jardín Zoológico y el Jardín Botánico.

Después de tres meses en los que trabajó con un pequeño equipo de asistentes exclusivamente por las noches –cuando se suspende el servicio–, el autor de este cambio en el aspecto de la estación, Marino Santa María, recorre el lugar mientras comenta su obra. Santa María es célebre por sus intervenciones urbanas en Buenos Aires y otras ciudades del país y América. La más notable de sus intervenciones es sin duda la de la calle Lanín, en Barracas, donde pintó con formas abstractas y colores contrastantes las fachadas de cuarenta casas a lo largo de tres cuadras. También intervino el paisaje del barrio del Abasto con varios murales pop de Gardel.

A diferencia de esas y otras intervenciones que produjo en la ciudad, éste que acaba de realizar es un trabajo de ambientación. Con distintas técnicas, Santa María pintó superficies laterales y superiores y columnas de espacios que diariamente transitan miles de pasajeros. Apenas se ingresa en la estación subterránea –habitualmente un lugar oscuro por definición– uno está literalmente dentro de una obra de arte. “El impacto en la gente es inmediato: cuando quedás rodeado de color y luz en un lugar que esperás sombrío, lo sentís”, dice Santa María de su nueva obra de arte público.

La experiencia fue novedosa para el artista. “Desde la actitud frente al trabajo –explica–, trabajar acá fue como un intermedio entre la vida y el trabajo en el taller. El trabajo fue un poco íntimo, de madrugada, sin diálogo con la gente, que es algo muy presente cuando trabajo en intervenciones en la calle, al aire libre”. Un aporte fue la incorporación de la luz como recurso material: unos anillos de iluminación rodean las columnas en la parte superior, donde usó la técnica del trencadís (azulejos rotos) para complementar las pintura.

Los espacios en los que se desarrola la obra son dos vestíbulos con sus columnas, dos escaleras mecánicas y cinco túneles de entrada y salida. Se usó látex para los techos y laterales, esmalte sintético, azulejos y luz para las columnas.

La ambientación fue encargada por Subterráneos de Buenos Aires Sociedad del Estado y tuvo curaduría de Natalia Orlowsky, también artista plástica.

Fuente: Revista Ñ