GRAFITI CERO: YA LIMPIERON TODOS LOS VAGONES DEL SUBTE

Tardaron dos años y hubo que gastar $ 10 millones por el vandalismo en el 80% de los trenes. Reforzaron la seguridad y hasta pusieron cámaras de vigilancia para evitar que los pinten.

El grafiti cero en el subte porteño ya es una realidad. Después de dos años de trabajo, Subterráneos de Buenos Aires (Sbase) informó que terminó de remover las pintadas de los 410 coches afectados. Borrar las huellas del vandalismo grafitero le costó más de $ 10 millones al Gobierno de la Ciudad. Ahora reforzaron la seguridad en estaciones y talleres para evitar que sigan pintando las formaciones.

En enero de 2013, cuando comenzaron las tareas de limpieza, el 80% de los coches del subte estaban vandalizados. Viajar en ellos era una experiencia aún más claustrofóbica que en otras ciudades, porque era imposible ver a través de los vidrios de puertas y ventanas. La pintura lo tapaba todo. Esto, además, dificultaba leer los nombres de las estaciones. El viaje, literalmente, era a ciegas.

Desde entonces, limpiaron 410 de los 482 coches de la flota del subterráneo: 5 de la línea A, 126 de la B, 52 de la C, 150 de la D, 64 de la E y 13 del Premetro. Para hacerlo contrataron a una empresa argentina, que utilizó un producto de producción propia que removió los grafitis de carrocerías y vidrios sin afectar la pintura original de las formaciones ni contaminar el ambiente (ver recuadro). Las cuadrillas trabajaron de noche, para no interferir con la prestación del servicio.

“Completamos el desgrafitado para que los usuarios disfruten de formaciones limpias y con total visibilidad desde el interior –señaló el presidente de Sbase, Juan Pablo Piccardo–. Gracias al trabajo conjunto con la Policía Metropolitana, además, estamos previniendo más hechos de vandalismo en la flota”.

Los vándalos se introducen en la red de subte por las noches para intervenir las formaciones. A veces pintan las que quedan detenidas en los andenes. Y en ocasiones, caminan por las vías hasta llegar a las cocheras. En algunos casos, se trata de artistas solitarios, pero también existen grupos que se dedican a esta actividad. Incluso, también se detectaron grafiteros que llegan de otros países, como Chile, Francia o Alemania.

Generalmente, estos artistas clandestinos pintan tags y bombas con pintura, que son firmas con letras de colores y con volumen. Pero últimamente también se detectó que utilizan ácidos que dañan los vidrios en forma irrecuperable.

El objetivo de los grafiteros es dejar una marca personal bien visible. El mejor es el que pinta más trenes o cuyos grafitis viajan más. Porque, a diferencia de las pintadas callejeras, las de los trenes y los subtes recorren la Ciudad. No todos quienes se dedican a esta actividad son improvisados: hasta se llegó a vender un libro con dibujos en blanco de las formaciones de las distintas líneas del subte porteño, para que los grafiteros hagan sus bocetos antes de pasar a la acción y pintar una formación real.

Para evitar los grafitis, Sbase puso en marcha un plan de seguridad. Por un lado, desde el 1° de junio de 2014 la Policía Metropolitana comenzó a vigilar el subte. Pero además, se instalaron cámaras de seguridad en talleres, cocheras y estaciones. Desde entonces, detectaron a varios jóvenes in fraganti y los acusaros de “manchar o ensuciar bienes públicos o privados”. Esta contravención se sanciona con multas de entre $ 400 y $ 6.000 o con hasta 30 días de trabajos de utilidad pública (ver Penas…).

En la mayoría de los casos, los acusados negociaron con la Justicia y acordaron limpiar los coches que habían pintado a manera de probation. Eso ocurrió con varios grafiteros que fueron detenidos cuando intervenían trenes de la línea E, entre los meses de mayo y junio del año pasado. Por ejemplo, tres grafiteros que pintaron los vidrios de varios vagones en la estación Varela de esa línea fueron sentenciados a cumplir 25 horas de limpieza cada uno.

De acuerdo a fuentes de Sbase, gracias al incremento de la vigilancia durante el segundo semestre de 2014 se logró reducir en un 85% la cantidad de coches grafitados, en comparación con los primeros seis meses de ese año. Para este nuevo año, prometieron intensificar el control policial y sumar más cámaras de seguridad.

Es que quitarle los grafitis a un vagón es costoso: el Estado porteño invirtió un promedio de $ 25.000 en cada uno de los 410 que limpió. Esto da una suma total de

$ 10.250.000. Además, remover los grafitis demandó al menos una noche de trabajo por formación.

Clarín