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Un problema diario con trenes repletos y mucha suciedad
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Un problema diario con trenes repletos y mucha suciedad
Las seis líneas están desbordadas en las horas pico y en las normales también. Es que hay menos vagones que los necesarios por falta de mantenimiento. Y no alcanzan los empleados de limpieza.
Viajar en subte ya se ha transformado en una odisea cotidiana. Para peor, si se es usuario frecuente, las chances de sufrir inconvenientes crecen exponencialmente.
Frecuencias dilatadas hasta el hartazgo, servicios suspendido s, pungas acechando y andenes y vagones sucios. Aquellos asientos de pana bordó del subte B que aparecieron en los 90, hoy son la metáfora del estado de los trenes en general: del color no queda ni el recuerdo, están raídos y percudidos, y el uso intensivo, sin mantenimiento, los esta destruyendo.
Los usuarios de las seis líneas de subte sufren las consecuencias de un transporte público desbordado. Aún fuera de los horarios pico de ida y vuelta a casa, los vagones siempre están al borde del colapso. Y las frecuencias generan permanentes molestias entre los pasajeros: todos los días, en algunas de las líneas, algún problema provoca demoras (ver Liberaron...).
Metrovías –la empresa del Grupo Roggio, concesionaria del servicio– asegura que las frecuencias son las siguientes: en la línea C pasaría una formación cada 3.30 minutos en horas pico y cada 4 minutos en horarios no pico. En la B, cada 3.10 y 4.10 minutos. Y en la D, un tren cada 3.15 minutos en hora pico y 3.40 minutos en horarios no pico. En estos días estas frecuencias resultan inverosímiles y basta bajar a cualquiera de estas tres líneas –las más utilizadas, concentran 740.000 pasajeros por día– para comprobarlo.
Los metrodelegados denuncian que hay pocas formaciones: en la B, que sumó dos nuevas estaciones recientemente, funcionan entre 18 y 20 trenes, pero dicen que como están excedidos en kilometraje, se rompen frecuentemente. “En los manuales de mantenimiento la empresa constructora indica que hay que pararlos y revisarlos cada 350.000 kilómetros. Pero la mayoría tienen más de 500.000 e incluso hay algunos que llegan al millón de kilómetros, por eso hay problemas todo el tiempo. Lo que termina perjudicando las frecuencias”, explican.
Sbase, la empresa del Estado porteño que controla la red, asegura que al momento del traspaso –en enero, cuando Nación dejó la administración en manos de Ciudad– “el 35% de la flota estaba fuera de servicio”. “Por este motivo, el mantenimiento diferido o atrasado genera demoras ”, admiten desde la compañía estatal.
A las 14.30 de cualquier día de la semana subir a los vagones de la línea C es una quimera: “No quiero ni imaginar lo que debe ser viajar en hora pico”, se queja Carlos, mozo de un restaurante de la zona de Plaza San Martín. Cubre el turno de la mañana, así que toma el subte en Constitución a las 6 AM y vuelve a subirse entre las 14 y 14.30. “Lo peor es que los sábados, que también es un día que trabaja mucha gente, pueden llegar a pasar cada 15 o 20 minutos, entonces también vienen llenísimos”, contó el hombre.
En relación a la limpieza, solo hay que darse una vuelta por los andenes para ver, entre otras cosas, costra de mugre en los pisos, cestos desbordados, papeles y botellas por los rincones. “Tomo el subte todos los días y jamás vi a nadie barrer o vaciar los tachos de basura”, cuenta Silvina Castagno, vecina de Palermo y usuaria de la línea D.
“Como viajo siempre a la misma hora me ha pasado de subirme dos días seguidos al mismo vagón y ver los restos de una manzana y comida en el mismo rincón. De terror”, recordó Susana, viajera frecuente en la línea B. A esto se suman los graffitis: entre el 80 y 85% de la flota, 580 coches, se encuentra intervenido.
El personal de limpieza es escaso y lo confirma Metrovías: en la red de subtes hay 81 estaciones y 60 empleados que trabajan durante el día ocupados en los andenes e instalaciones de la empresa. Menos de un empleado por estación, con jornadas laborales de seis horas. Metrovías admite que “hay mucho por hacer”, dice que “en el subte se repite lo que sucede en la superficie, la gente no cuida” y argumenta que durante “2012 se priorizó el servicio por sobre lo estético”. En tanto el Gobierno porteño estima que en 2015 estará renovada la flota de vagones.
Fuente: Diario Clarin
Las seis líneas están desbordadas en las horas pico y en las normales también. Es que hay menos vagones que los necesarios por falta de mantenimiento. Y no alcanzan los empleados de limpieza.
Viajar en subte ya se ha transformado en una odisea cotidiana. Para peor, si se es usuario frecuente, las chances de sufrir inconvenientes crecen exponencialmente.
Frecuencias dilatadas hasta el hartazgo, servicios suspendido s, pungas acechando y andenes y vagones sucios. Aquellos asientos de pana bordó del subte B que aparecieron en los 90, hoy son la metáfora del estado de los trenes en general: del color no queda ni el recuerdo, están raídos y percudidos, y el uso intensivo, sin mantenimiento, los esta destruyendo.
Los usuarios de las seis líneas de subte sufren las consecuencias de un transporte público desbordado. Aún fuera de los horarios pico de ida y vuelta a casa, los vagones siempre están al borde del colapso. Y las frecuencias generan permanentes molestias entre los pasajeros: todos los días, en algunas de las líneas, algún problema provoca demoras (ver Liberaron...).
Metrovías –la empresa del Grupo Roggio, concesionaria del servicio– asegura que las frecuencias son las siguientes: en la línea C pasaría una formación cada 3.30 minutos en horas pico y cada 4 minutos en horarios no pico. En la B, cada 3.10 y 4.10 minutos. Y en la D, un tren cada 3.15 minutos en hora pico y 3.40 minutos en horarios no pico. En estos días estas frecuencias resultan inverosímiles y basta bajar a cualquiera de estas tres líneas –las más utilizadas, concentran 740.000 pasajeros por día– para comprobarlo.
Los metrodelegados denuncian que hay pocas formaciones: en la B, que sumó dos nuevas estaciones recientemente, funcionan entre 18 y 20 trenes, pero dicen que como están excedidos en kilometraje, se rompen frecuentemente. “En los manuales de mantenimiento la empresa constructora indica que hay que pararlos y revisarlos cada 350.000 kilómetros. Pero la mayoría tienen más de 500.000 e incluso hay algunos que llegan al millón de kilómetros, por eso hay problemas todo el tiempo. Lo que termina perjudicando las frecuencias”, explican.
Sbase, la empresa del Estado porteño que controla la red, asegura que al momento del traspaso –en enero, cuando Nación dejó la administración en manos de Ciudad– “el 35% de la flota estaba fuera de servicio”. “Por este motivo, el mantenimiento diferido o atrasado genera demoras ”, admiten desde la compañía estatal.
A las 14.30 de cualquier día de la semana subir a los vagones de la línea C es una quimera: “No quiero ni imaginar lo que debe ser viajar en hora pico”, se queja Carlos, mozo de un restaurante de la zona de Plaza San Martín. Cubre el turno de la mañana, así que toma el subte en Constitución a las 6 AM y vuelve a subirse entre las 14 y 14.30. “Lo peor es que los sábados, que también es un día que trabaja mucha gente, pueden llegar a pasar cada 15 o 20 minutos, entonces también vienen llenísimos”, contó el hombre.
En relación a la limpieza, solo hay que darse una vuelta por los andenes para ver, entre otras cosas, costra de mugre en los pisos, cestos desbordados, papeles y botellas por los rincones. “Tomo el subte todos los días y jamás vi a nadie barrer o vaciar los tachos de basura”, cuenta Silvina Castagno, vecina de Palermo y usuaria de la línea D.
“Como viajo siempre a la misma hora me ha pasado de subirme dos días seguidos al mismo vagón y ver los restos de una manzana y comida en el mismo rincón. De terror”, recordó Susana, viajera frecuente en la línea B. A esto se suman los graffitis: entre el 80 y 85% de la flota, 580 coches, se encuentra intervenido.
El personal de limpieza es escaso y lo confirma Metrovías: en la red de subtes hay 81 estaciones y 60 empleados que trabajan durante el día ocupados en los andenes e instalaciones de la empresa. Menos de un empleado por estación, con jornadas laborales de seis horas. Metrovías admite que “hay mucho por hacer”, dice que “en el subte se repite lo que sucede en la superficie, la gente no cuida” y argumenta que durante “2012 se priorizó el servicio por sobre lo estético”. En tanto el Gobierno porteño estima que en 2015 estará renovada la flota de vagones.
Fuente: Diario Clarin
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