FRANCIA: VINO PARA PARAR UN TREN

Los productores de Sauternes temen que la futura línea de Alta Velocidad Burdeos-Dax perturbe el frágil microclima que permite obtener estos vinos únicos en el mundo.

La Unión de Vinos Licorosos de Burdeos reúne once AOC (Appellation d’Origine Controlée, algo así como nuestras Denominaciones de Origen) entre las que destaca la prestigiosa Sauternes y Barsac, con una treintena de grands crus classés (clasificación de grandes vinos y terroirs que data de 1855, la época de Napoleón III), entre ellos el celebérrimo Château d’Yquem. Estos vinos, elaborados con las variedades sémillon, sauvignon blanc y muscadelle cuentan con etiquetas que alcanzan los 800 euros la botella de 37,5 centilitros. Unos vinos caracterizados por el equilibrio entre la dulzura y la garra de la acidez, y sus notas aromáticas que recuerdan los albaricoques, la miel, hidrocarburos, y lacas o esmaltes. Su precio de debe a los altísimos costes de producción: no se vendimia racimo a racimo sino grano a grano de uva, escogiendo en cada pasada sólo aquellos que están en su punto óptimo.

Es cierto que la línea ferroviaria prevista para 2027 y que enlazaría Hendaya con París, no pasaría directamente por las tierras de esas AOC mundialmente conocidas, pero sí por la zona húmeda del valle del río Ciron, que fue clasificada Natura 2000 (red ecológica europea de áreas de conservación de la biodiversidad), y se talarían bosques para su paso, con el riesgo de cambiar un microclima tan particular.

Y es que los vinos licorosos de Burdeos deben su existencia a una bruma matinal generada por las aguas frías del Ciron (“a la temperatura de la tierra”, dicen los agricultores) al desembocar en el río Garona y calentarse en la llanura de Sauternes. Esta neblina permite la aparición en los racimos de uvas de un hongo, el botrytis cinerea o podredumbre noble, que deshidrata la uva “pasificándola” (al tener poco zumo se necesitan varios kilos para hacer un litro de vino, lo que también se ve repercutido en su precio) y que confiere a estos vinos sus aromas específicos. A mediodía, el sol cálido ayuda a disipar la neblina y seca las uvas impidiendo que desarrollen una podredumbre no favorable. Si las aguas del Ciron se calientan, la formación de la neblina será más difícil y estos vinos estarían en peligro de extinción.

El diputado socialista de la zona, Gilles Savary, piensa que el trazado, tal y como está planteado, “sólo ofrece dificultades”. “No afecta solo a Sauternes, también a uno de los hayedos más antiguos de Europa, el de Bernos – Baulac”, declaró el parlamentario. Según sus datos, con el cambio de trazado que ellos proponen, solo se perdería un minuto entre Burdeos y Dax y 14 entre Burdeos y Toulouse y, a cambio, quedarían preservadas y a salvo las 4.000 hectáreas que el bordelais dedica a los vinos dulces, no solo Sauternes, también otras denominaciones como Barsac, Bommes, Fargues o Preignac. Es la opinión de los productores de Burdeos que ven este proyecto “destructor en el plano medioambiental, fruto de una política de desarrollo de infraestructuras del transporte sobrepasada y no viable económicamente”:

Por su parte, el ingeniero jefe de la obra, André Bayle, ha manifestado que desde 2009 se han multiplicado los estudios de impacto para reducirlo al mínimo. Entretanto, el proyecto, cuyo coste puede alcanzar los 10.000 millones de euros, avanza. Las obras está previsto que comiencen en 2017, para entrar en funcionamiento siete años más tarde… Siempre y cuando los productores de Sauternes no cumplan su amenaza de acudir a la justicia europea para detener un tren que, según ellos, pone en peligro su secular tradición que cada año produce unos 90.000 hectolitros del preciado vino. “Este proyecto contradice la protección de las AOC. Pondría en cuestión la noción de ‘unión con el terroir’ claramente reconocido en las denominaciones e indicaciones de origen protegidas por la Unión Europea”. Recordemos, además, que según el artículo L.665-6 de la ley francesa n.° 2014-1170 del 13 de octubre de 2014 para el futuro de la agricultura, la alimentación y los bosques, “el vino, producto de la vid, los terroirs vitícolas así como las sidras y las peradas, las bebidas espirituosas y las cervezas procedentes de tradiciones locales forman parte del patrimonio cultural, gastronómico y paisajístico protegido de Francia”. Nuestros vecinos galos reconocen así una protección particular al vino y a los terroirs vitícolas, integrándolos en su patrimonio. Sin olvidar que la gastronomía francesa también está inscrita en la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO desde 2010: el arte del “bien comer” y del “bien beber”. Algo tan francés que ellos mismos denominan l’art de vivre.

Esta defensa de su gran patrimonio cultural se hará muy patente el próximo 19 marzo, con la Operación Goût de France (Operación Sabor de Francia) en la que, en más de 150 países, las residencias de los embajadores de Francia y casi 1.500 restaurantes servirán una comida gastronómica francesa siguiendo una trama tradicional que permite a cada chef mostrar su talento y creatividad.

La operación Goût de France, lanzada por el ministro de Asuntos Exteriores y Desarrollo Internacional de Francia, Laurent Fabius, y el chef Alain Ducasse, ya tiene cuerpo y promete ofrecer un escaparate único no solamente para la gastronomía francesa (de la que el vino es un elemento sine qua non), sino también para todos aquellos que comparten sus valores.

Granada Hoy