Un día de fiesta en la estación

Lágrimas, nostalgia y algarabía con la llegada del "tren solidario" a Santa Rosa. Crónica y fotos de un mediodía distinto en las vías.



Lágrimas en los ojos de una mujer rubia con una nenita en brazos. Una anciana ataviada con sus mejores ropas para recordar “aquellos tiempos” que no puede contener la emoción cuando suena la bocina de la formación ingresando a la estación de Santa Rosa, después de trece años. Un concejal, hijo y nieto de maquinistas ferroviarios, que rompe en llanto y confiesa juró en la tumba de su padre hacer todo lo posible por la recuperación del tren. Un ramillete de guardapolvos blancos de niños que cantan “quiero subir, quiero subir”, mientras una maestra diligente apenas puede contenerlos en línea en el andén.

Escenas que se repitieron una y otra vez a lo largo de la multitud que recibió este sábado al mediodía al “tren solidario”, salpicada de banderas argentinas y con un rumor de fiesta indigualable. Los voluntario del Ejército y los empleados municipales sirvieron chocolate caliente, los artesanos mostraron sus productos y, en un escenario montado en la playa de estacionamiento, los artistas y payadores locales amenizaron la espera.



Pero la vigila fue corta. El tren llegó a horario, cinco minutos antes de a horja fijada, mientras sonaban los acordes de la banda militar, grandes y chicos lo saludaban agitando los pañuelos y batiendo las palmas. Después de trece años del último tren, la formación de una máquina y tres vagones, el último con 5 mil kilos de alimentos no perecederos para donar a entidades solidarias de la ciudad, arribó “cargado de ilusiones”, como anunció felizmente el locutor oficial. Hasta el día se puso de acuerdo para que la fiesta fuese completa, acompañando con un sol pleno de otoño y una temperatura ideal.

El “tren solidario” es una actividad que organiza la entidad Rieles Solidarios desde abril de 2001. Ahora también apoyan la iniciativa La Fraternidad, la Unión Ferroviaria, Ferro Expresopampeano y la Sociedad Operadora Ferroviaria Sociedad del Estado. Desde sus inicios, lleva recorridos 20.850 kilometros y entregados 665 mil kilos de alimentos. Santa Rosa es el destino número 36. Los pasajeros pagan su boleto con 15 kilos de alimentos no perecederos.

En la actualidad, del viejo ramal Once-Toay, solo se reactivó un servicio de pasajeros con una frecuencia de cuatro días a la semana hasta Peahuajó, a 250 kilómetros de Santa Rosa. Esta vez, el tren partió desde Once a las 19.50 horas del día anterior. Y atravesó ese límite y quedó demostrado que, a pesar del abandono y la desidia oficial de tantos años, los rieles aún permanecen transitables y posibiltan que las máquinas lleguen.



Los vecinos de Catriló, Lonquimay, Anguil y Uriburu saludaron el paso del tren este sábado. Pero la fiesta estuvo en el punto de destino, dónde se concentró una multitud. Los niños de las escuelas fueron los primeros en subir a recorrer los vagones y sentarse en las butacas, impecables. La imagen se repitió durante toda la tarde. El tren pega la vuetla este domigno, a las 14.

Los 150 pasajeros solidarios que fueron parte del contingente se abrazaron con la gente que los recibió y repitieron una y otra vez que sí, que se puede, que hay que luchar para recuperar el tren. Dijeron recorrieron las vías a 60 o 70 kilómetros y un poco más despacio en los tramos más dañados.

“Estos vagones nunca los tuvimos en esta estación. O yo no me acuerdo”, le contó un ferroviario jubilado a sus nietos, que le acariciban la cabeza cenicienta. “A los trenes los hicieron mierda en la época menemista”, instruyó, con aires de historiador, un dirigente barrial a un gurpo de adolescentes que manifestaba su curiosidad.

La gente no se cansó de sacarle fotos a las pizarras de la pared de la estación con las leyendas escritas con tiza para reclamar que “vuelva el tren” y que“fomentemos la vuelta del tren”, que es un “salvavidas”. Al lado, habían escrtio los precios económicos del boleto Pehuajó-Once: 75, turista; 95, primera; y 115 pesos, pullman.



Como cierre de la fiesta, hubo acto en el escenario de la playa de estacionamento. “Hoy es un día de fiesta. Un momento histórico”, dijo el intendente Luis Larrañaga, comprometiendo el apoyo de la comuna a la lucha por el regreso del tren.

“Los chicos no lo podía creer. Algunos no conocían qué es un tren”, contó Roberto Nuñez, de la Unión Ferroviaria, el gremio que se sumó a la movida. “En una época nos dijeron ‘ramal que para, ramal que cierra’. Ahora decimos que pueblo que lucha, recupera su tren. Es posible, se llega”, resaltó el gremialista.

El director de “Tren Solidario”, Sergio Rojas, recordó que cuando comenzaron la lucha parcía una utopía imposible. “Estamos demostrando que se puede. Nos da pena que algunos medios decían que no se iba a llegar. Qué mejor prueba que ver que el tren salió y acá está, es una prueba intangible. No bajen los brazos, la vuelta del tren es posible”, arengó al público local.

Al final, el concejal piquense José García, presidente de la Asociación Trenes de La Pampa, recordó que en 2003 comenzaron las gestiones que devolvieron el tren de pasajeros hasta Realicó. Dijo que el próximo paso es reactivar el ramal Once-Toay y el ensamble Catriló-Pico.

“Esta patriada hay que acompañarla. Es lo mínimo que se puede hacer después del ‘ferrocidio’ que hubo en este país”, enfatizó, entre lágrimas.

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Hijo y nieto de maquinistas ferroviarios, evocó que “cuando empezamos decían que éramos locos o delirantes. Pero la razón es nuestra, no somos ni locos ni delirantes. Acá está el tren”.



“El tren es de la gente, acá no hay réditos políticos. No estamos trabajando para el tren que fue, si no para el tren que viene. Lo logramos. Demostramos que el ramal se puede recorrer. Sí se puede”, concluyó.













Fuente: El diario de La Pampa